domingo

7- La Voz

Escrito I
1ª parte LA VOLUNTAD


7- La Voz

Una Voz resonaba en mi interior:

—¡Despierta! ¡Sal de tu casa! ¡No estás soñando!


Miré a mi alrededor, no había nadie, aun así aturdido respondí:

—¿Ahora? ¡Aún es de noche!


La Voz siguió:

—¡La semilla que plantaste en tu jardín ha crecido lo suficiente para dejar ver su hermosura, sal a verla!

A medio despabilar, abrí la puerta, salí, bajé unos escalones y me encontré en medio del jardín. No veía nada fuera de lo normal por más que miraba a mi alrededor, algunos arbustos y un ciprés dejando entrever la luna llena en medio del infinito.


La Voz continuó:

—Como siempre, andas un poco despistado, no es con los ojos físicos con los que has de mirar, son los del alma los que debes usar, mantente un momento en silencio, agudiza un poco el oído y escucha.

Así lo hice, lentamente mi respiración era más pausada, aparte de ello todo era silencio. Pensé: “no escucho nada”.


La Voz me dijo:

—¿Estás seguro que no oyes nada?


Volví a “mi” silencio. Escuché entonces los latidos de mi corazón, al principio agitados, aunque la calma no tardó en llegar.

Acabé cerrando los ojos sentado en un banco. Los minutos pasaban, o eso me parecía a mí.

Una música muy suave, un sonido indescriptible pero hermoso me puso el bello de punta. Me pareció que todo se movía a mi alrededor, al instante me encontré en pie… ¡frente a mi mismo! No podía creer lo que estaba viendo, ahí estaba yo, sentado con los ojos cerrados y a la vez en pie, creía que me estaba volviendo loco. Y de pronto volví a escuchar la misma melodía, me serené sin saber cómo.


La Voz, que esta vez parecía provenir de todas partes, la volví a escuchar diciendo:

—Ya es hora que veas el ser en que te has convertido, has tardado “unos pocos milenios”, pero ha merecido la pena la espera. Pasaste penurias, sufrimientos, también momentos alegres e inolvidables, todos ellos te fueron moldeando y han hecho, has hecho de ti quien hoy eres. Lo debes a tu esfuerzo y abnegación, los que te acompañaron y acompañaste, están muy contentos.

—Hoy el cielo canta una canción, la tuya, la del ritmo de tu corazón sonando en armonía junto a miles, millones de hijos de Dios.

—Hoy ha nacido un hijo del Espíritu.


—¡Empieza a caminar!



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