Escrito II
EL CONOCIMIENTO
11 - La resurrección
Nos trasladamos al jardín, un olivo centenario situado en su centro ensalzaba el lugar. Jeshua nos invitó a sentarnos en un viejo banco de piedra. Salió, después de unos minutos volvió con tres vasos de té con hierbabuena, nos los ofreció sentándose frente a nosotros.
—Ahora —comenzó a hablarnos Jeshua—, primera luna llena de la primavera, mi mente se traslada a un tiempo pasado, hace casi dos mil años. Eran días difíciles, pues mis palabras que aun habiendo llegado al fondo de los corazones de algunos fueron tergiversadas, mal interpretadas e incomprendidas por otros. Mi mensaje era claro y sencillo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
—Aquel que dice que ama a su hermano no debe utilizar la vieja ley del ojo por ojo y diente por diente. Si realmente desea encontrar la paz en su corazón, sus palabras han de ser de paz y más importante: sus obras. Así, si desea compartir esa paz y ayudar a acabar con la verdadera injusticia, sus medios han de ser justos.
EL CONOCIMIENTO
11 - La resurrección
Nos trasladamos al jardín, un olivo centenario situado en su centro ensalzaba el lugar. Jeshua nos invitó a sentarnos en un viejo banco de piedra. Salió, después de unos minutos volvió con tres vasos de té con hierbabuena, nos los ofreció sentándose frente a nosotros.
—Ahora —comenzó a hablarnos Jeshua—, primera luna llena de la primavera, mi mente se traslada a un tiempo pasado, hace casi dos mil años. Eran días difíciles, pues mis palabras que aun habiendo llegado al fondo de los corazones de algunos fueron tergiversadas, mal interpretadas e incomprendidas por otros. Mi mensaje era claro y sencillo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
—Aquel que dice que ama a su hermano no debe utilizar la vieja ley del ojo por ojo y diente por diente. Si realmente desea encontrar la paz en su corazón, sus palabras han de ser de paz y más importante: sus obras. Así, si desea compartir esa paz y ayudar a acabar con la verdadera injusticia, sus medios han de ser justos.
—Un manzano sano da frutas sanas, tomad de ese árbol. Muchos serán quienes llegarán en el futuro hablando de amor y paz, sus palabras debéis examinarlas con sumo cuidado, pues vendrán lobos vestidos de corderos intentando confundiros. Manipularán la Verdad. Vosotros sólo habladles de Amor, del Amor que une y que vuestras obras sean un fiel reflejo de vuestro Espíritu. A pesar de ello habrá quienes os calumnien, abominen, traicionen e intenten destruiros en nombre de la Verdad y la Libertad.
—Al igual que yo, moriréis, pues de aquellos que os dicen amar uno os traicionará. Creerá en su ceguera hacer un bien a la humanidad liberándola de falsos profetas que según él, sólo les llevan al aborregamiento, a la prisión de la mente. En su interior, aún asaltándole la duda, tomará la daga que ejecute el homicidio. Mas no sabe que ya está escrita en el libro de la Vida su traición. Que nada escapa al Creador, pues Él viendo en su libre albedrío su debilidad, contempla en su mente la traición y os avisa y aun así sé que le amáis puesto que el odio y el rencor no tienen cabida en vuestros corazones.
—Nada temáis, pues volveréis a la Vida con una fuerza que no es de este viejo mundo, la fuerza que mueve y sostiene el firmamento: el Amor.
Nos miró fijamente y continuó:
—Y recordad que nuestro Padre nos regaló la Eternidad. La muerte no es más que un paso hacia la verdadera Vida; poned el énfasis sobre la Vida y no sobre la muerte, ésta pertenece a los que fomentan el temor en sus múltiples facetas.
—La muerte separa el cuerpo en los elementos básicos de la Vida, no obstante, no es más que un proceso necesario para que toméis un cuerpo que siendo dignos de él, ésta ya no tenga poder sobre vosotros. Estaréis unidos para siempre a la Vida, seréis un solo Ser, un solo Espíritu. Un día, todos pasarán por el mismo proceso, pero aún muchas muertes físicas y sobre todo mentales han de ocurrir.
—El miedo, el temor, han de ceder su lugar al Amor.
Así es, así será.
—Al igual que yo, moriréis, pues de aquellos que os dicen amar uno os traicionará. Creerá en su ceguera hacer un bien a la humanidad liberándola de falsos profetas que según él, sólo les llevan al aborregamiento, a la prisión de la mente. En su interior, aún asaltándole la duda, tomará la daga que ejecute el homicidio. Mas no sabe que ya está escrita en el libro de la Vida su traición. Que nada escapa al Creador, pues Él viendo en su libre albedrío su debilidad, contempla en su mente la traición y os avisa y aun así sé que le amáis puesto que el odio y el rencor no tienen cabida en vuestros corazones.
—Nada temáis, pues volveréis a la Vida con una fuerza que no es de este viejo mundo, la fuerza que mueve y sostiene el firmamento: el Amor.
Nos miró fijamente y continuó:
—Y recordad que nuestro Padre nos regaló la Eternidad. La muerte no es más que un paso hacia la verdadera Vida; poned el énfasis sobre la Vida y no sobre la muerte, ésta pertenece a los que fomentan el temor en sus múltiples facetas.
—La muerte separa el cuerpo en los elementos básicos de la Vida, no obstante, no es más que un proceso necesario para que toméis un cuerpo que siendo dignos de él, ésta ya no tenga poder sobre vosotros. Estaréis unidos para siempre a la Vida, seréis un solo Ser, un solo Espíritu. Un día, todos pasarán por el mismo proceso, pero aún muchas muertes físicas y sobre todo mentales han de ocurrir.
—El miedo, el temor, han de ceder su lugar al Amor.
Así es, así será.